Pero decir que somos producto exclusivos del pasado nos
cerraría la posibilidad de ‘construirnos’ distintos. ¿Si siempre fuimos
descorteces podríamos manifestarnos diferentes? ¿Si siempre fuimos
individualistas, podríamos ser, de pronto, abiertos, considerados, expansivos, empáticos?
Bien, pero dejando de lado esta impronta psicológica, si se
tuviera la intención de modificar la educación argentina habría que revisar sus
objetivos; y aquí entramos en un terreno barroso porque parece que la educación siempre fue un
apéndice político, politiquero más bien.
Si hubiera un solo argentino que se planteara verdaderamente
la Educación, en su dimensión, su alcance, su implicancia genuina, me gustaría
mucho escucharlo.